Muy bien, tras este pequeño aviso o advertencia (como prefieran verlo), pasaremos al tema de hoy: LA INFIDELIDAD EN LOS VIAJEROS. Ayer hablé de la infidelidad en el trabajo, donde existe el peligro latente de que se dé un “enamoramiento” entre compañeros de trabajo, pero donde uno o ambos están comprometidos. Hoy quiero plantear el escenario de aquellos hombres o mujeres que no nadamás pasan gran parte del día fuera de sus hogares, sino también fuera de sus oficinas, es decir, aquéllos cuyos trabajos les demandan viajar gran parte de su tiempo.
Yo sé que cada cabeza es un mundo y que cada pareja arreglará o llegará a acuerdos sobre diversas situaciones en base a lo que mejor les convenga. En este caso específico de los “viajeros frecuentes” será una cuestión muy personal si se quiere y se puede lidiar con esta situación. En lo personal a mí me sería muy difícil, por no decir imposible (lo acepto) una relación así. Si así hubiera conocido a mi pareja desde un inicio, sería 100% mi responsabilidad y no habría lugar a reproches futuros, pero si la situación se presentara años más tarde por así convenir al futuro laboral de mi pareja, me queda claro que hablaría seriamente con él para encontrar un justo medio. Sigo creyendo que lo que mantiene a una pareja unida es la convivencia. Aléguenme!…yo sé que sí hay quien cree en eso del amor de lejos…y lo respeto, pero no lo comparto. Y más aún, además de los que creen en el amor de lejos, habrá quien incluso disfrute de las ausencias de la pareja para hacer lo que les dé la gana.
Ahora bien, ¿los viajeros frecuentes correrán el riesgo de convertirse en una especie de marineros?? Sí, donde dicen que dejan un amor en cada puerto?? O en este caso en cada destino turístico? Yo creo que salvo que el viajero frecuente sea una persona sensata, madura, honesta, responsable, respetuosa de su pareja y sobre todo fiel (aquí entra el dilema) sabrá apegarse a su agenda de trabajo y aquellos momentos libres los aprovechará para leer, trabajar en otros pendientes y por supuesto para pasear, ¿por qué no?, pero no se comportarán (como muchos que conozco) como perros ¡!! Sí, de esos que pareciera que traen todo el tiempo la cadena puesta y que cuando los dejan sueltos corren como locos en todas direcciones aunque ni siquiera ellos tengan claro a dónde van o a dónde quieren ir; esos que no pierden oportunidad de ligarse lo primero que se les atraviesa enfrente. Claro que no es necesario ser viajero frecuente para comportarse así, pero hay quien aprovecha esas ocasiones tomando ventaja de “las millas” (y no precisamente las que han acumulado con tanto viaje) sino las que los separan de sus casas y de sus parejas!!!, pensando que estas aventurillas es imposible que salgan a la luz.
¿Algún viajero frecuente que quiera dar sus testimonios???
¿Qué opinan?
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Les mando saludos y les deseo un excelente inicio de semana!
Alejandra